Comentario
Capítulo quinto
De lo que pasó cuando los mensajeros de Motecuçoma entraron en el navío del capitán don Hernando Cortés
Començaron a subir al navío por la escalera, y llevavan el presente que Motecuçoma los mandó llevar. Como estuvieron delante de don Hernando Cortés, besaron todos la tierra en su presencia, y habláronle de esta manera: "Sepa dios a quien venimos a adorar en persona de su siervo Motecuçoma, el cual le rige y govierna la su ciudad de México, y dize: 'Ha llegado con trabaxo dios'." Y luego sacaron los ornamentos que llevavan y se los pusieron al capitán don Hernando Cortés, atavidndole con ellos. Pusiéronle primeramente la corona y máscara que arriba se dixo, y todo lo demás. Echáronle al cuello los collares de piedras que llevavan con los joeles de oro; pusiéronle en el braço izquierdo la rodela de que se dixo arriba, y todas las otras cosas se las pusieron delante ordenadas, como suelen poner sus presentes.
El capitán les dixo: "¿Hay otra cosa más que esto?" Dixéronle: "Señor nuestro, no hemos traído más cosas de éstas que aquí están." El capitán mandólos luego atar, y mandó soltar tiros de artillería. Y los mensajeros, que estavan atados de pies y manos, como oyeron los truenos de las lombardas, cayeron en suelo como muertos. Y los españoles levantáronlos del suelo y diéronles a bever vino con que los esforçaron y tornaron en sí. Después de esto, el capitán don Hernando Cortés les dixo por su interprete: "Oíd lo que os digo. Hanme dicho que los mexicanos son valientes hombres, que son grandes peleadores y grandes luchadores; son muy diestros en las armas. Dízenme que un solo mexicano es bastante para vencer a diez y a veinte de sus enemigos. Quiero provaros si esto es verdad, si sois tan fuertes como me han dicho." Luego les mandó dar espadas y rodelas para que peleasen con otros tantos españoles, para ver quién vencería a los otros. Y los mexicanos dixeron luego al capitán don Hernando Cortés: "Oyanos vuestra merced nuestra escusa, porque no podemos hazer lo que nos mandáis, y es porque Motecuçoma, nuestro señor, no nos embió a otra cosa sino a saludaros y daros este presente. No podemos hazer otra cosa ni podemos hazer lo que nos mandáis, y si lo hiziéremos, enojarse ha mucho nuestro señor Motecuçoma, y mandarnos ha matar." Y capitán respondióles: "Hase de hazer en todo caso lo que os digo. Tengo de ver qué hombre sois, que allá en nuestra tierra hemos oído que sois valientes hombres. Aparejaos; con esas armas y disponeos para que mañana luego de mañana nos veamos en el campo."